Había una vez…

Cuando estaba embarazada idealicé este momento , me imaginé una y mil veces abriendo grandes cuentos con monstruos y dragones como protagonistas, a mi hijo (o hija ) atento a cada una de mis palabras y con su padre escenificando con sombras chinas lo que iba aconteciendo.

Mi realidad le da mil vueltas a esas fantasías , hay tropecientos cuentos en casa pero hace más de un año que solo quiere uno para “dormir “ (365 fábulas de Disney se llama ) , cada frase leída tiene su pregunta para interrumpir mi relato mientras los vecinos la lían a portazos y obviamente no hay padre que nos acompañe , pero sabéis que ? Que este momento del día no lo cambio por nada , y no por que sea idílico y compartamos recuerdos y bla bla bla , sino porque con el (los) cuento se acaba el día, al menos mi mente puede darle al interruptor de “mamá “ y ponerlo en ‘of’ mientras la cámara de vigilancia hace su trabajo . Ya puedo, por fin, seguir la noche en silencio, dibujar , leer, cotillear , ver una película o comerme la tableta de chocolate entera sin tener que esconderme .

Ahora que por fin puedo dedicarme a lo que más me gusta quiero ser yo quién ilustre todos esos cuentos, libros e historias que llenan nuestras cabezas de posibles aventuras y nuevas vivencias .